En la mañana recibí una llamada de mi hermana llorando: "Ñaña me robaron el celular, no sé como creo que me metieron la mano al bolso cuando me bajaba del bus, dile a mi mami que me vaya a recoger a la universidad cuando venga a Guayaquil, en el bus habia pura gente fea, no sé quien fue".
Este es su primer robo desde que estudia Medicina en Guayaquil y viaja diariamente en bus porque vivimos en Milagro, pero esto no es tan importante sino lo que está sucediendo en el país durante los últimos años. Yo no puedo hecharle la culpa al gobierno y que la seguridad bla bla bla porque no puedo exigir que mi hermana, yo o cualquier miembro de mi familia tengamos a un policía que nos cuide las 24 horas del día o que la justicia no es lo suficientemente dura en Ecuador y que los presos se salen para andar haciendo de las suyas. En este caso estoy más que segura que no fue ni si quiera un ladrón de profesión sino alguien que simplemente le gusta tomar lo ajeno a lo que también se le llama robo, y es allí donde nace la delincuencia.
En nuestros hogares desde pequeños nos dicen: "No tomes los lápices de colores de tus compañeros, para eso llevas los tuyos" "lo que no es de uno se devuelve". Desde muy muy pequeños nos corrigen para saber que lo que tiene el otro no te pertenece. Además sabemos lo que suda uno o nuestros padres para comprarse un celular, un reloj, una laptop, cualquier cosa material y no es justo que venga alguien que no fue educado en su hogar y simplemente te lo arranche como cuando te quitaban el chupete en la escuela los niños y se iban corriendo, ahí también te estaban robando.
Hasta el más pobre sale a trabajar a las calles así sea a vender una funda de caramelos porque no tiene plata pero le sobran los valores éticos y morales para NO TOMAR LO QUE NO ES SUYO.
De seguro deben estarse arrepintiendo de haber tomado ese celular, pues mi hermana es católica entregada y lo único que tenía en ese celular (que no era ni blackberry) eran fotos de Jesús, canciones cristianas y mensajes con sus amigos del grupo.
Los que aún no somos padres eduquemos a nuestros hijos, enseñándoles a ser honrados para ver si con los valores inyectados en la infancia podemos eliminar a un poco de maleducados que andan en las calles tomando lo ajeno.
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