Aún no he tenido la dicha de viajar por todo el mundo, pero si hay una ciudad de la que me enamoré a mis 22
años y a primera vista es de Nueva York (NY). No es broma que antes de estar allá,
la soñé. Me vi en ella, disfrutándola en
cada cuadra y me ambienté gracias a las imágenes que nos han presentado durante
tantos años series y películas desarrolladas en la Gran Manzana.
La primera vez
que visite NY, viajé por sorpresa en Bussiness Class; alguien quiso
sorprenderme con este gesto y de la emoción que me invadía por el viaje, ni si
quiera había revisado mi boleto de avión donde decía "2 A" Una vez acomodada en
mi asiento solo escuchaba la voz de una amable e impecable tripulante d cabina-
antes conocidas como azafatas- que decía una y otra vez: “Bienvenida Señorita, ¿gusta
algo de tomar? Si necesita algo durante el viaje por favor avíseme” Solo así me
di cuenta que definitivamente iba en clase ejecutiva y que a partir de ese
punto conocer la llamada capital del mundo iba a ser algo perfecto.
Luego de varias
horas de vuelo, el capitán del avión nos dio la bienvenida porque estábamos
llegando al aeropuerto Jhon F. Kennedy, lo cual hizo latir mi corazón apresuradamente, sintiendo la emoción de encontrarte con alguien que sabes que quieres; que has
visto en sueños, un amor que está ahí pero que vas a verlo por primera vez en
la vida y créanme, yo sí he vivido esa situación. Así que en ese rato levanté mi
mirada hacia la derecha para ver por la pequeña ventanilla que tienen los
aviones pero que son lo suficientemente grandes para darte los mejores
escenarios desde el cielo. Un espectáculo de luces por todos lados me
acompañaba hasta que el avión tocó pista y aterrizó finalmente en la ciudad de
mis sueños.
Si algo debo
advertirles cuando quieran tomar un taxi a la salida del aeropuerto para que
los lleve a su destino de descanso, diversión o negocios es que se aseguren de
conocer la tarifa justa que deben cobrar los taxistas. Nunca falta el sabido que se pasa de
listo. Aunque estoy seguro que algo tiene que ver la influencia latina en esas
jugadas porque definitivamente, “los vivos” tienen marca registrada. Aunque eso
sí, con un vuelo que llega casi a las 2:00am no hay tiempo para ponerse a “regatear”.
“Justo en este
puente se grabó la escena de Spiderman cuando estaba salvando el autobús donde
iban varios niños” comentaba el taxista que manejaba el auto donde me subí, asumo que para no sentirse tan mal por
la tarifa que estaba cobrando, así que cual guía turístico se encargó de mostrarme camino a
casa todos los lugares famosos por dónde íbamos cruzando. “Si ven ese edificio
alto que tiene colores en la punta, el más alto que ve ahí, ese es el Empire
State” decía, mientras yo levantaba la cabeza y observaba con ojos vivarachos
que bailan y brillan cuando ve las cosas más hermosas que solo en fotos ha visto.
Llegar a casa de
alguien en otro país que te recibe como si estuvieras en la tuya, es una de las
mayores alegrías de viajar al extranjero. Ese café mañanero preparado con amor
antes de iniciar tu jornada turística o el mismo café a las 3:00 am que llegas
cansada del aeropuerto, después de un largo viaje, tiene el mismo sabor. Acomodarte
en una cama, en un colchón o en un sofá deja de ser importante cuando
estás en la ciudad donde todos quisieran estar.
Levantarse
temprano para aprovechar todas las horas o como decimos nosotros “sacarle el
jugo al día” es una de las principales metas que nos fijamos antes de poner el
despertador e ir a dormir. Y yo tenía que aprovechar los tres días que iba a estar por allá.
Algunos nos ponemos la ropa más cómoda, otros la ropa más linda para las fotos que luego subiremos en las redes sociales para que todos las vean y que quizás queden allí guardadas en nuestros álbumes virtuales y nunca imprimirás; pero el asunto es capturar el lugar donde estuvimos de la forma que sea porque solo eso importa.
Algunos nos ponemos la ropa más cómoda, otros la ropa más linda para las fotos que luego subiremos en las redes sociales para que todos las vean y que quizás queden allí guardadas en nuestros álbumes virtuales y nunca imprimirás; pero el asunto es capturar el lugar donde estuvimos de la forma que sea porque solo eso importa.
En Nueva York
puedes movilizarte de cualquier forma, claro, todas tienen desde el costo más
bajo al más alto; pero si quieres evitar el tráfico de la ciudad y sentirte
como un verdadero newyorker: tienes que bajar las escaleras hacía una especie de
un sótano viejo y un poco sucio, pagar $2.50 en la máquina que te dará el ticket
para un ride (un solo viaje), pasar esta tarjetita por la barra y esperar que
llegue el veloz y famoso subway. Adicionalmente tendrás un espectáculo de ratas
paseando como unos ciudadanos más por los rieles. Eso sí, varias personas te recordarán no
asomarte a ver si llega el tren, y esto es algo que espero recuerden y entiendan
por qué.
Entrar a las
estaciones del subway , inauguradas en 1904, que funcionan las 24 horas del
día, y siendo el sistema de transporte
urbano más grande de los Estados Unidos es definitivamente entrar a otro mundo.
Perderse dentro de este lugar no es motivo de preocupación. Basta con preguntar
en inglés o en español por la dirección a la que quieres llegar, y algún latino
(hay muchos) te ayudará.
No por estar en
esta gran metrópolis dejarás de ver gente haciendo música, malabares, o alguna cosa
como esas para ganarse unas cuantas monedas, algo que comúnmente lo veríamos en las calles de nuestro país.
Pero los looks
son una cosa realmente sorprendente que te dejan con la mirada perdida y que
solo se va cuando incomodas a la persona con tu cara de “what”. Cortes y
colores de pelo que crees solo ver en esos grupos extraños de rock. Ropa que
jamás sabrías como combinarla en ti, actores saliendo de alguna función de Broadway o cualquier otra y que
aún llevan sus trajes o maquillaje al más puro estilo de los años no sé cuánto. Para ellos lo más normal del mundo, para nosotros algo novedoso. Ah pero eso sí, nunca faltará la mujer que vaya maquillándose en su asiento con
la mayor destreza y quedando tan bien pintada como si estuviera frente a su
tocador, y es que eso sí, la experiencia hace al maestro. Y las mujeres somos
profesionales en siempre andar lindas ante cualquier situación. Y no me olvido de
mencionar el encuentro de culturas, razas, idiomas y preferencias sexuales en
estas estaciones, toda una torre de babel tomando el mismo transporte público.
Mi estadía fue
en Manhattan, hacia Uptown, desde allí todos los días bajaba a coger el subway
que me llevaba hacía la famosa calle 42. Hay algo que no puedo dejar
de contar aunque quizás cuando lea esto unos años después, me avergüence. Pero lo que
sentí al subir las escaleras que me llevaban hacia las famosas calles de La
Gran Manzana es algo que deseo que sientan todos los que sueñan con ir allá
tanto como yo lo soñé y lo desee. Mi mirada iba de izquierda a derecha; una vez
más mis ojos vivarachos y brillosos saltaron, y de mis labios salió la famosa
frase: “Oh, my God”. Estaba finalmente allí. Era como llevar a un niño por
primera vez a una juguetería y que luego de observar de lado a lado, quiere
correr y no sabe a dónde, porque sabe que todo brilla y que todo lo que hay allí vale la pena ser escogido. Esa era la sensación que yo tenía. Contaminación
visual por donde quiera, y que se la perdona, al menos yo se la perdono.
Publicidades de las mejores marcas de ropa, maquillaje, carros, series de televisión,
películas por estrenar, perfumes, relojes, empresas, comida, chocolates,… etc.
Todo, todo, absolutamente todo en un mismo lugar. En el mejor lugar del
planeta, según mis sueños, según yo.
Times Square es
mágico. Forma la intersección de Broadway con la 7th Avenue, lleno de turistas
en cada esquina, a cada hora. Justo cuando crees que algunos están por irse,
llega un grupo mucho más grande sin importar la hora que sea. Estando allí uno
se siente dentro de una caja mágica, rodeado de pantallas gigantes de
televisión en las que todo se anuncia, desde musicales o exposiciones, y todas
las publicidades que anteriormente mencioné. Gente de todas partes del mundo tomándose fotos; grupos de amigos, familias, parejas, disfrutando cada segundo de la ciudad más agitada del mundo. Los famosos y guapos policías de
la ciudad junto a sus caballos son una especie de turismo también, porque no
falta alguna que quiera sacarse una foto junto a estos fuertes y guapos caballeros. Las carretas
de comida en cada esquina son populares, con sus típicos letreros “NUTS” “HOT DOGS”
“PRETZELS” tienen a la mayoría sirviéndose uno que otro de estos alimentos
típicos, muchas veces no por hambre, sino por tomarse una foto y
sentirse como un actor más de una película americana.
Sentarse en las escaleras rojas que hay en
Times Square solamente a conversar y observar, puede ser relajante después de
una larga caminata; porque eso sí, a esta ciudad se va a caminar, hasta que se
te acalambren los pies y andar en modo zombie. Sin que se te haga raro llegar al lugar donde te estés hospedando a la 1:00 am con paquetes en ambas manos, porque de ley te encuentras en el camino miles de cosas que te hacen ojitos para que las compres.
Pero estar en
Nueva York no es todo de colores, debo confesar que cada sirena de policía que
escuchaba provocaba escalofríos en mi cuerpo y es que después del 11 de
septiembre del 2001 y diversos atentados en Estados Unidos, creo que este sitio es el principal punto de
ataque para cualquier locura.
Mientras salía
del Grand Central Terminal, vi como todas las personas corrían hacia un mismo
lado y no me quedó otra que correr como ellos lo hacían, pero nadie sabía lo que
estaba sucediendo o al menos yo no sabía. Cuando llegamos a las calles más concurridas pudimos darnos cuenta que estaban cerrando unas cuantas avenidas y
otro grupo de policías acompañaban y protegían a los indignados de Wall Street ( un gran
número de manifestantes y concentraciones que pretendían ocupar continuadamente
Wall Street, el distrito financiero de Nueva York, para hacer visible y clara
la protesta por la avaricia corporativa y la percepción de la desigualdad social
y que nació el 17 de septiembre del
2011) Hasta a mediados de octubre del 2011, fecha de mi primer viaje a NY,
continuaban con los reclamos por las calles. Respiré y entendí que no estaba
tan grave la cosa como para tener que volver a casa, así que seguí conociendo
cada rincón de la ciudad.
En los buses
turísticos de dos pisos, puedes hacer un recorrido Downtown y Uptown por casi,
casi, todo Manhattan conociendo desde el bus los sitios más emblemáticos y visitados y , si
contratas el paquete completo, te llevan a un tour nocturno por Brooklyn, que te hace
pasar sobre el Manhattan Bridge donde tendrás la vista nocturna más asombrosa de la
isla.
Luego de hacer
una fila no muy larga para subir al Empire State, recibo la mejor postal de la
ciudad. Pude verla de norte, a sur, desde el este al oeste, el edificio
más pequeño y el más grande, los largos puentes también eran parte del paisaje. Familias enteras en el último piso, poniendo su
mejor cara para la foto en el edificio más alto de Nueva York. Uno que otro solitario turista pidiendo que alguien le saque una foto también se hizo presente.
Puedo pensar que recibir un anillo de compromiso de la persona que amas en la cima de este edificio puede ser tan romántico como recibirlo a los pies de la Torre Eiffel.
Puedo pensar que recibir un anillo de compromiso de la persona que amas en la cima de este edificio puede ser tan romántico como recibirlo a los pies de la Torre Eiffel.
No puedo cerrar
el capítulo de mi primer viaje a la ciudad de mis sueños sin también mencionar
a la famosa Estatua de la Libertad, esa dama convertida en uno de los
monumentos más importantes del mundo y que es visitada a diario por millones de
turistas que llegan hasta la misma isla donde se encuentra o que la saludan de
cerca a través de unos yates turísticos como fue mi caso.
Conocí muchos,
muchos sitios más, era otoño cuando recorría las calles de esta inmensa ciudad
y el viento quería darle paso ya a una época más fría. Alguien hizo posible
este viaje, alguien me dio un empujón para presentarme ante los gringos y
ponerles mi mejor cara y a ese alguien le doy las gracias por esta aventura que
jamás olvidaré. Sin embargo, tuve una segunda visita a Nueva York donde la
disfruté muchos más días y pronto escribiré sobre ellos.
Hasta entonces traigo a mi memoria una cena en Olive Garden en Times Square, sentada con la mirada hacia las paredes de vidrios que permiten que entren las luces de las publicidades luminonas. Mis ojos brillan una vez más y todos, hasta la mesera que nos atiende y me sonríe pueden leer que dicen: I love NY.
Hasta entonces traigo a mi memoria una cena en Olive Garden en Times Square, sentada con la mirada hacia las paredes de vidrios que permiten que entren las luces de las publicidades luminonas. Mis ojos brillan una vez más y todos, hasta la mesera que nos atiende y me sonríe pueden leer que dicen: I love NY.
Para conocer la Gran Manzana, en su totalidad, por mencionar solo la multiculturalidad que esta ciudad encierra, con sus mas de 14 millones de habitantes se necesitarían realmente dos vidas por lo menos, aunque en este caso particular se siente que New York ha sido amado y conocido desde la eternidad. La descripción que Stefanie hace de los sitios y personajes predilectos conocidos me hace pensar en un reencuentro mas que en una visita.
ResponderEliminarGracias a esa visión-descripción, mi reencuentro con New York también fue posible. He recorrido con Stefanie, llevado de la mano, literalmente, por cada lugar como si yo mismo hubiera estado allí, recordé cada detalle vivido. El viajero o viajera debe considerar como deber sagrado relatar su bitácora porque de ese modo quienes los leemos, ganamos con su experiencia. Gracias por escribirlo Stefanie, quedo en deuda contigo por esta maravillosa aventura compartida.
Hola, dejame decirte que algo parecido me pasó a mi, y puedo incluir hasta una historia de amor. Muy buena descripción.
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